Carlos Pallas Rodríguez | Arquitecto

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Protección frente al radón ¿Es importante?

En 2020, el Código Técnico de la Edificación (CTE) incorporó modificaciones significativas en los Documentos Básicos DB-HE Ahorro de Energía y DB-HS Salubridad. Una de las novedades más importantes fue la creación del apartado HS6: Protección frente a la exposición al radón, que adapta parcialmente la Directiva 2013/59/EURATOM, orientada a establecer normas de seguridad frente a radiaciones ionizantes.

¿Pero qué es el gas radón?

El radón es un gas radioactivo natural, incoloro, inodoro e insípido, generado por la desintegración del radio, que a su vez deriva del uranio presente en ciertas rocas, como el granito, especialmente abundante en Galicia.

Es la principal fuente de radiación natural y, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es la segunda causa más común de cáncer de pulmón, después del tabaco.

En espacios abiertos, el radón se dispersa rápidamente sin representar riesgos. Sin embargo, en espacios cerrados como sótanos y plantas bajas, puede acumularse hasta alcanzar concentraciones peligrosas si la ventilación es insuficiente.

La vía de entrada principal al edificio es el suelo de la vivienda o del edificio.

¿Cuál es el ámbito de aplicación del HS6?

El apartado HS6 es aplicable en los siguientes casos:

  • Edificios de nueva construcción.
  • Intervenciones en edificios existentes, que incluyen:
    • Ampliaciones: afecta a la parte nueva.
    • Cambios de uso: aplica a todo el edificio si el cambio es total, o a la zona afectada si es parcial.
    • Reformas: cuando se modifiquen o alteren las condiciones iniciales de protección frente al radón.

Excepciones:

  • Locales no habitables con bajo tiempo de permanencia.
  • Locales habitables que estén separados del terreno mediante espacios abiertos con ventilación similar al ambiente exterior.

¿Qué medidas existen de protección frente al gas radón?

Para limitar la entrada de radón en los edificios, se utilizan dos estrategias principales, que pueden combinarse para lograr mayor eficacia:

Por una parte, la colocación de una barrera anti radón. Estas barreras son impermeables al radón y se instalan en los elementos constructivos que están en contacto con el terreno. Deben ser continuas, sin fisuras, y con juntas selladas, y Cumplir con especificaciones técnicas que aseguren su efectividad.

Por otro lado, existen sistemas de extracción o presurización. La extracción elimina el radón del terreno circundante y lo expulsa al exterior, mientras que la presurización impulsa aire bajo la vivienda, creando una sobrepresión que impide la entrada del gas.

Existe un método complementario que es disponer de una cámara de aire bajo la planta baja permite captar y evacuar el radón hacia el exterior. En edificios existentes, si no hay cámara sanitaria, puede instalarse una de al menos 5 cm de espesor, siempre que sea continua y conectada al exterior.

¿Cuál de las medidas se recomiendan?

El mapa de concentraciones de radón en España clasifica el territorio en dos zonas con diferentes niveles de riesgo de superar el límite de referencia de radón, que es de 300 Bq/m³ (becquereles por metro cúbico):

Zona I (probabilidad alta): En estas áreas existe una alta probabilidad de que las concentraciones de radón superen los 300 Bq/m³. Esto se debe a que estas zonas tienen características geológicas con mayor contenido de uranio, lo que aumenta la emisión de radón. En los municipios de esta zona, se deberá instalar una barrera de protección entre el terreno y los locales habitables. Como alternativa, se puede disponer una cámara de aire ventilada, siempre que cumpla con las indicaciones y características establecidas en el Documento Básico (DB).

Zona II (probabilidad muy alta): En estas áreas, la probabilidad de superar los 300 Bq/m³ es aún más alta debido a condiciones geológicas aún más favorables para la acumulación de radón. En los municipios de esta zona, además de la barrera de protección, se requiere un sistema adicional para mitigar los riesgos. Este sistema puede ser un espacio de contención ventilado o un sistema de despresurización del terreno.

Estas medidas están reguladas por las normativas del Código Técnico de la Edificación (CTE) y están diseñadas para reducir los riesgos para la salud derivados de la exposición prolongada a altos niveles de radón, protegiendo a los habitantes de los edificios en áreas de riesgo.

En las intervenciones en edificios existentes, se deben aplicar soluciones equivalentes siempre que sea posible, asegurando un nivel de ventilación interior conforme a la normativa vigente. Cuando esto no sea posible se podrá ejecutar con técnicas adicionales como el sellado de grietas y juntas, la instalación de ventilación forzada en locales no habitables situados en niveles inferiores o la despresurización del terreno mediante tubos perforados o arquetas de captación, instalados bajo o alrededor del edificio. En algunos casos, se requieren extractores mecánicos para mejorar la eficacia.

Verificación de la eficacia

Para cualquier solución aplicada, especialmente en edificios existentes, es fundamental verificar su efectividad mediante mediciones de la concentración media anual de radón, según el Apéndice C del HS6. Si las concentraciones superan los 300 Bq/m³, será necesario implementar medidas adicionales para mejorar la protección frente al radón.

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