Carlos Pallas Rodríguez | Arquitecto

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¿Cómo se certifica energéticamente un local u oficina? Aspectos técnicos y consejos prácticos!

Cuando se va a vender o alquilar un local comercial, una oficina o cualquier espacio no residencial, es obligatorio disponer de un certificado de eficiencia energética. Pero más allá del cumplimiento legal, este documento puede ser muy útil para conocer cómo se comporta energéticamente el inmueble, qué puntos débiles presenta y qué medidas pueden tomarse para reducir consumos y costes. En este artículo se explican de forma clara los aspectos técnicos que valora un certificado energético y se ofrecen algunas recomendaciones prácticas para quienes estén pensando en certificar su local.

¿Qué estudia un certificado energético?

El proceso de certificación energética lo lleva a cabo un técnico competente, como un arquitecto o ingeniero, que evalúa fundamentalmente dos elementos. Por un lado, se estudia la envolvente térmica del local, es decir, los elementos constructivos que lo separan del exterior: muros, suelos, cubiertas y ventanas. Se analiza el nivel de aislamiento de estos componentes y su orientación respecto al sol, ya que eso influye directamente en las necesidades de climatización. Por otro lado, se valoran las instalaciones del inmueble, como los sistemas de calefacción, refrigeración, ventilación, agua caliente e iluminación. En los locales comerciales y edificios de oficinas, que forman parte del sector terciario, estos sistemas pueden ser más complejos y potentes que en una vivienda, lo que hace que su análisis requiera más detalle.

¿Qué se hace en la visita al local?

Durante la visita, el técnico necesita obtener una imagen fiel del comportamiento energético del inmueble. Para ello, toma medidas de las fachadas, ventanas, cubiertas y suelos, y analiza los materiales de los cerramientos, identificando si hay aislamiento térmico, el tipo de carpinterías y acristalamientos, o si existen puentes térmicos visibles. También estudia con detalle los equipos instalados: su potencia, rendimiento, estado de conservación y antigüedad. En el caso de la iluminación, se observa si se utilizan tecnologías eficientes como LED o si existen sistemas de control automático. En cuanto a la ventilación, es importante saber si se trata de una ventilación natural, mecánica o si hay recuperación de calor. Además, resulta fundamental conocer el uso real del local, los horarios de funcionamiento y las condiciones de ocupación, ya que no es lo mismo una oficina que abre solo por las mañanas que un establecimiento de hostelería que trabaja hasta la madrugada. Todos estos datos ayudan a definir con precisión los perfiles de uso que se tendrán en cuenta en la simulación energética.

¿Tu local es “pequeño” o “gran” terciario?

En el contexto de la certificación energética, los locales no residenciales se clasifican según la potencia térmica de sus sistemas de calefacción y refrigeración. Si la suma de estas potencias es inferior a 70 kW, el inmueble se considera “pequeño terciario”, lo que es lo más habitual en oficinas o pequeños comercios. En cambio, si se superan los 70 kW, se clasifica como “gran terciario”. Esta categoría incluye edificios más grandes o con usos más intensivos, como hospitales, hoteles, grandes superficies comerciales o centros docentes. Esta clasificación influye directamente en los requisitos del certificado, ya que determina qué sistemas deben analizarse de forma obligatoria y cómo se estructura el informe.

¿Qué resultado da el certificado?

Una vez recogidos todos los datos, el técnico introduce la información en un programa informático reconocido oficialmente, como CE3X. Este software simula el comportamiento energético del inmueble y genera una calificación que va desde la letra A, para los locales más eficientes, hasta la G, que indica un consumo elevado. El certificado incluye también una etiqueta energética similar a la que aparece en electrodomésticos y un informe con las características técnicas del local. Este documento debe registrarse en el organismo correspondiente de la comunidad autónoma, y solo entonces se considera válido para trámites de compraventa o alquiler. Además, el informe siempre debe incluir una propuesta de mejoras: desde el cambio de luminarias o equipos antiguos, hasta intervenciones más complejas como reforzar el aislamiento de la envolvente.

¿Cómo prepararte para la certificación?

Si estás pensando en certificar tu local, conviene hacer algunos preparativos para facilitar el trabajo del técnico y obtener un resultado más representativo. Por ejemplo, es útil reunir documentación que ayude a describir el local: planos, informes de obras realizadas, fichas técnicas de equipos o manuales de instalación. Esto puede ahorrar tiempo y evitar suposiciones. También conviene explicar al técnico cómo se utiliza realmente el espacio, en qué horarios funciona, cuántas personas lo ocupan habitualmente y si hay zonas que se usan más que otras. Asimismo, es importante que los equipos de climatización o ventilación estén accesibles, ya que el técnico debe poder revisarlos y tomar fotos. Y una vez que tengas el certificado, no dudes en comentar con el profesional las recomendaciones que propone: a veces, con una intervención sencilla, como sustituir una luminaria o sellar una carpintería, se puede mejorar la calificación y reducir consumos.

¿Puedo mejorar la calificación energética?

Sí, y de hecho el objetivo del certificado no es solo calificar, sino también proponer mejoras. Algunas de estas actuaciones pueden ser muy asequibles, como instalar iluminación LED, colocar sensores de presencia, mejorar el aislamiento de puertas y ventanas o renovar equipos de climatización por otros más modernos y eficientes. En locales con ventilación mecánica, incorporar recuperación de calor puede ser una de las medidas más efectivas. Además, si se realizan reformas que afecten al consumo energético, la normativa exige renovar el certificado, por lo que es aconsejable planificar la mejora energética como parte de la reforma general.

Una oportunidad más que un trámite

Aunque muchas veces se percibe como un trámite administrativo, el certificado energético es, en realidad, una herramienta de diagnóstico. Permite conocer los puntos débiles del inmueble, identificar oportunidades de ahorro y, en muchos casos, revalorizar el local. La mayoría de los espacios que obtienen malas calificaciones suelen tener en común una envolvente poco aislada, sistemas antiguos o iluminación poco eficiente. Corregir esos aspectos puede mejorar no solo la etiqueta energética, sino también la factura energética mensual y la imagen del local ante clientes o inquilinos.

En definitiva, certificar energéticamente un local u oficina no solo es obligatorio, sino también recomendable. Con la ayuda de un técnico cualificado y un enfoque práctico, este proceso puede convertirse en una inversión útil y rentable.

Espero que esta información te haya sido útil, y te animo a seguir atento, ya que cada tanto publicaré un nuevo artículo con temas relacionados que podrían ser de tu interés. Si tienes alguna duda puedes dejarme un comentario.

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